Entrevista a Javier Puzzo de Sanitarios Zingalv.
Tres generaciones de sanitaristas.
Todo comienza con la pujanza y visión de Salvador Puzzo (83), que allá a mediados de los años 60 se asocia con sus empleadores para dar paso a lo que hoy es el imponente Sanitarios Zingalv Av. Santamaría 3460 San Justo.
Todo comienza con la pujanza y visión de Salvador Puzzo (83), que allá a mediados de los años 60 se asocia con sus empleadores para dar paso a lo que hoy es el imponente Sanitarios Zingalv Av. Santamaría 3460 San Justo. A contrapelo de lo que muchos podrían imaginar, el italiano –más precisamente, calabrés- Salvador sigue abriendo cada mañana el negocio. Al decir de Javier Puzzo (34), su abuelo y todos los que hacen el día a día de Sanitarios Zingalv continúan con aquella suerte de principio de que el trabajo dignifica y mantiene al cliente. “Te imaginas que con los años que tiene al frente del mostrador, con varias generaciones de por medio, eso genera un clima de confianza y cordialidad que supera la cuestión comercial”, explica antes de comenzar la entrevista Javier, quien junto a su hermano Leandro (27) son la tercera generación de comerciantes. La segunda es Antonio, padre de los jóvenes, que a los 15 años se suma a la actividad. La incorporación del hijo le infringió otro ritmo y dinámica al negocio. Con los antiguos socios alejados ya de la actividad, comienza una nueva etapa.
Javier, como si fuera el exegeta o relator de Sanitarios Zingalv, dice que el nombre comercial proviene de la conjunción de Zinc y Galvanizado. “Lo que sucede es que cuando Salvador -detalla Javier- empieza, acá estaba todo por hacerse, y lo que más se vendía eran caños galvanizados y chapas de zinc, de ahí el nombre”.
A Zingalv, por su despliegue comercial y nivel de facturación, bien se lo podría definir como una verdadera PYME familiar. Al respecto, y consultado sobre las particularidades que esto implica, Javier no duda en decir que “es muy bueno, imagínate que de las 6 personas que trabajamos aquí, 4 somos familiares”. Se observa que Zingalv es una estructura que funciona muy prolijamente, cuestión que se refleja en el sorprendente orden y en la limpieza, tanto del salón de ventas como en el amplio depósito. Lo que denota, evidentemente, un respeto al cliente.
A diferencia de otros colegas, ellos han basado su crecimiento comercial en el mostrador. Y las ventas al contado, “salvo con los más confiables que le damos pedal, con el resto hay que poner mucho la lupa”, asegura con una sonrisa Javier. Otra particularidad, entre las varias que se fueron desgranando a lo largo de la apasionada entrevista, es la venta de repuestos, un segmento que les permite un horizonte nada desdeñable. También el minucioso asesoramiento pre y post venta integra el menú de Zingalv. La venta de marcas reconocidas y garantizadas, no ingresar a ningún circuito extraño y serles claros a los clientes son otros de los ítems sobre los cuales se apoyan los pilares del negocio.
De la extensa y dinámica charla que surgió a partir de la impronta que destila Javier Puzzo (junto a su hermano, fieles continuadores del legado de Salvador), nada quedó en el tintero. Temas como rentabilidad, balance del año y proyectos para el 2011, experiencias, consejos, asociaciones con otros colegas, y mucho más se puede ver a lo largo de la entrevista.
Informe: Miguel “Tano” Armaleo