El sifón, un tubo en forma de S, fue la solución que adoptó Alexander Cummings para impedir que el olor de las deposiciones desechadas volviera a subir por el desagüe del retrete.

🚽El nacimiento del inodoro, siglo XVIII 🚽

Los romanos se acercaron mucho a la idea actual del inodoro con su sistema de letrinas públicas con agua corriente, que se llevaba de inmediato las deposiciones hacia una serie de cloacas subterráneas, de manera que los malos olores se mantenían en unos mínimos aceptables.

19/03/2022 - 09:30Productos

🚽El nacimiento del inodoro, siglo XVIII 🚽

El sifón, un tubo en forma de S, fue la solución que adoptó Alexander Cummings para impedir que el olor de las deposiciones desechadas volviera a subir por el desagüe del retrete.

Los romanos se acercaron mucho a la idea actual del inodoro con su sistema de letrinas públicas con agua corriente, que se llevaba de inmediato las deposiciones hacia una serie de cloacas subterráneas, de manera que los malos olores se mantenían en unos mínimos aceptables.

En 1596, sir John Harrington, ahijado de la reina Isabel I, concibió un váter conectado a un depósito de agua que arrastraba los deshechos al ser descargado.

Lo instaló en el palacio real, pero el invento nunca llegó a difundirse por que la ausencia de redes de alcantarillado o de fosas sépticas hubiera frenado el uso a gran escala del váter de Harrington.

Debieron pasar casi dos siglos para que otro inglés, Alexander Cummings, retomara la idea e inventara el primer inodoro moderno. Este relojero de Londres patentó en 1775 un retrete cuyo funcionamiento se regía por el mismo principio que el de Harrington: una descarga de agua limpia arrastraba los desechos. Su gran innovación fue que el desagüe se hacía a través de un sifón, una tubería en forma de "S" que permite mantener el nivel de líquido en la taza, creando una barrera de agua limpia que impide que los malos olores retornen hacia el sanitario. Eso permitió́ instalar el retrete en la propia vivienda sin problemas.

Albert Giblin creó un modelo en 1819 muy similar a los actuales, sin válvula en la taza. En 1849, Thomas Twyford fabricó los primeros inodoros de cerámica. En la década de 1880, Thomas Crapper, que había adquirido la patente de Giblin, inventó el flotante, el corcho que sirve para cerrar automáticamente el flujo del agua en la cisterna.

Más trascendental fue la ley del Parlamento británico de 1848 que obligó a instalar inodoros en las nuevas viviendas, aunque pasarían décadas antes de que el wáter closet o "armario del agua" llegara a todas las casas.

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