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El nacimiento del Inodoro

El sifón, un tubo en forma de S, fue la solución que adoptó Alexander Cummings para impedir que el olor de las deposiciones desechadas volviera a subir por el desagüe del retrete

10/03/2023 - 08:30Productos

El nacimiento del Inodoro

Los romanos se acercaron mucho a la idea actual del inodoro con su sistema de letrinas públicas con agua corriente, que se llevaba de inmediato las deposiciones hacia una serie de cloacas subterráneas, de manera que los malos olores se mantenían en unos mínimos aceptables.

Pero con el colapso del Imperio este sistema dejó de usarse y durante siglos los orinales se vaciaron por las ventanas al grito de "¡Agua va!", lo que ayudó a propagar el tifus y toda clase de enfermedades infecciosas. En 1596, sir John Harrington, ahijado de la reina Isabel I, concibió un váter conectado a un depósito de agua que arrastraba los deshechos al ser descargado.

Debieron pasar casi dos siglos para que otro inglés, Alexander Cummings, retomara la idea e inventara el primer inodoro moderno.

Este relojero de Londres patentó en 1775 un retrete cuyo funcionamiento se regía por el mismo principio que el de Harrington: una descarga de agua limpia arrastraba los desechos. Su gran innovación fue que el desagüe se hacía a través de un sifón, una tubería en forma de "S" que permite mantener el nivel de líquido en la taza, creando una barrera de agua limpia que impide que los malos olores retornen hacia el sanitario. Eso permitió instalar el retrete en la propia vivienda sin problemas.

Albert Giblin creó un modelo en 1819 muy similar a los actuales, sin válvula en la taza. En 1849, Thomas Twyford fabricó los primeros inodoros de cerámica. En la década de 1880, Thomas Crapper, que había adquirido la patente de Giblin, inventó el flotante, el corcho que sirve para cerrar automáticamente el flujo del agua en la cisterna.

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